Narra Blaze:
Supongo que fue una noche agradable hasta su cierto grado. Por más que lograse calmar a Silver y convecerle de cooperar en mi propósito, no he parado de sentir que soy observada. Es solo algo así como un sexto-sentido-felino. No entiendo del todo el por qué, simplemente lo siento. Silver no está con los sentidos tan afinados, se que ni se debe haber dado cuenta. Sinceramente, me hiere un poco todo esto de destruirles aquella puerta hacia las demás dimensiones, pero Silver ha demostrado que no es seguro que los humanos toquen siquiera el suelo de estas bellas tierras. Mi deber es asegurarme de que ellos ni se enteren de la existencia humana, no deben tratar de comunicarse con ellos. Ellos harán la destrucción de este mundo mientras en el suyo, lavan sus manos y dan la espalda. No, no ocurrirá. Al diablo con quien me espie. No me tocarán, no pueden.
Al día siguiente, luego de un hogareño desayuno, les pedí que nos llevasen de nuevo a aquella isla. Pareció como si viesen venir aquello, no me sorpendí tanto, lo había dicho ayer. Fue cuestión de otro maldito viaje en aquel avión hasta llegar a esta hermosa isla. Aquel echidna me esperaba, no se le había olvidado mi advertencia y respté eso, no tomarme a la ligera. Porque de ser necesario, le pediría a Silver contener a todos con tal de poder destruir esta gema. Y es que así son las cosas, su mundo no está preparado para tener este poder y quizás nunca lo esté, la avaricia es infinita, pero el deber de protegernos de esta lo es por igual.
Knuckles: ¿Se podría saber siquiera qué tanto ves? -Preguntó de golpe el echidna mientras la gata toqueteaba la gema.- ¿O al menos por qué?
Blaze: Cosas científicas, estudios, medidas, capacidades, límites. -Le dedicó una mirada de arriba a abajo para luego agregar con ironía- No entenderías.
Aquello enojó ligeramente al echidna, pero el aquel héroe de azul, Sonic, creo, le detuvó. Por suerte propia, solo erámos él, aquel zorro, el echidna, Silver y yo. Dos contra tres, pero aún así, podríamos. Por más héroe que éste fuese, no iba a detenerme nadie. Hoy acababamos con todo esta catástrofe, hoy moriría aquella vida llena de desgracias que vivió Silver. No más fuego, no más muertes, no más.
Le hice una leve seña a Silver y éste con la presión y los nervios por el cuello, inmovilizó a los posibles enemigos. Ellos miraban atónitos a Silver no eran capaces de entender qué ocurría. Silver se disculpó y es que ninguno de los dos tenía intenciones de hacerles daño. Queremos todo lo contrario, su prosperidad. Eso es todo. Para ello, su puerta les debe ser arrebatada. Luego de colocar ambas manos sobre la gema, intenté absorber todo el poder que pudiese de esta Master Esmerald, pero materialmente, era demasiado para una sola existencia. Por lo cual, intenté después sacar mis Sol Esmeralds y es que si sabía medir cuánto poder recibiría cada una, podría mejorar la situación de mi reino, de quienes quiero y su mundo. Sería ideal. Y es lamentable decir que este héroe se oponía. Mientras yo por mi lado pasaba la energía de una gema a otra, de manera ordenada y equilibrada, Silver por un extremo distinto estaba forzándose a sí mismo. Ese erizo azul no era ninguna criatura que tomar a la ligera, su velocidad era un problema para Silver. Intentaba huir y sino fuese por el esfuerzo que hacía mi querido y preciado amigo, lo hubiese logrado. Intenté apresurarme, acabar con esto, de una vez por todas. Solo deseaba cerrarles las puertas al conocimiento interdimensional, no debían conocer sobre mi mundo, el de los humanos ni el poder de las líneas temporales. No iba a permitir que tal poder cayese en manos equivocadas si esto me era permitido. Y aún sino fuese el caso, trataría de evitar esto con todas mis fuerzas y es que lo que le ocurrió a Silver y a su mundo no le debe ocurrir a nadie. Un mundo no post-apocalíptico, un mundo en medio de una catástofre que jamás acabará, de la cual jamás se podrán recuperar. Es así, es mi deber, debo hacerlo. Aún si debo asesinar a las fuerzas que alimenta esta gema, debo hacerlo. Me repetí aquello tantas veces que el tiempo se pasaba lento a mi alrededor. Pero antes de poder salir de aquel absorto estado, me di cuenta de que Sonic había huído. Silver no podía hacer mucho, estaba ocupado con la resistencia del otro individuo, el echidna. Me tocaba dividir mi mente en dos prioridades. Cumple tu deber y cuida a quienes amas. Eso es todo, por un lado asegurándome de dividir la energía de manera equitativa para poder luchar contra el erizo y a su vez, manejar la energía que era absorbida. Era tanta...Era obvio que, a diferencia de mi mundo, aquí esta es gema no tenía la utilidad de mantener la vida. Mis Sol Esmeralds son débiles en comparación porque mi mundo no es realmente habitable, pero es otro asunto. Uno que si esta contienda sale en mi beneficio, quizás pueda finalmente acabar. Quizás, solo quizás, hoy era el día. Si, lo era. Hoy finalmente acabaría con tanto problema. Recibí un golpe que me apartó de las gemas, Sonic.
Sonic: ¿Sabes de casualidad que tocar lo ajeno sin permiso es mala educación? -Dijo con tono engreído el erizo hacia la gata que comenzaba a calentar, literalmente, sus puños.
Blaze: Solo hago lo que sea necesario. -Miró con enojo al héroe. Era obvio, le quería devolver el golpe, pero era una aristócrata, sabía mantener su postura.- ¿Ves esa gran gema? -Señaló la última mencionada.- No les pertenece, es del universo y él ha dicho que no la merecen.
En aquel momento, la gata no sabía de que hablaba y al mundo esto le hacía gracia. Bajo negras capuchas, con unas petulantes y maléficas sonrisas. Quizás no eran en si el universo o el destino, pero su guía superaba a ambos en comunión. El caos reía a bajos volúmenes, haría falta un poco más de atención por parte de la gata, no notaba que ella era manejada por los hilos del destino. Bueno, todos lo somos. Una vez creado, es omnipotente, omniconsiente. Una vez separado, bueno, es el destino. Quizás este concepto suene muy rebuscado y es que lo es, si. Soy una narradora que gusta de divagar en temas y detalles varios, como los nervios que tenía Silver o lo agotada que estaba Blaze, podría desmayarse de tanta engería gastada. ¿Lo ven? Sus planes de robar la energía que por privilegio le pertenecía al destino era solo una pantalla, un teatro, un aperitivo. La comida principal está servida, la cena lista en bandeja de plata. Y este festín era propiedad del destino, nadie más, nadie menos. Todos bailan al ritmo de aquellos hilos que tiran aquella figura que guía a los extraños que traían alguna especie de bata de la parca. Ambos personajes piensan que es algo muy sobreexplotado, pero ordenes del destino son ordenes del destino. No se le debe discutir. Cuando aquel felino y el erizo peleaban, concentrados en demostrar la velocidad uno al otro, pero la gata peleaba en unión a sus llamas, se extendían por la isla. Sigamos con los hilos, la ira de la felina también era parte del plan. Si, todo iba de acuerdo a lo planificado, todo seguía los hilos. Con tanto hilo se podría hacer un par de sueteres bien cuties, pero eso es ya exagerar con mi divagación. Pero algo no les fue notíficado y es que todos, desde el echidna a la gata, vieron como los encapuchados salían de aquel escondite para intentar llevarse consigo la pesada gema, no era algo que iban a lograr rápido. Ya saben bromas de la vida, que no, no es la misma persona que el destino. Si, agobía tanto apodo absurdo, pero es intriga, igual que las capuchas. Es absolutamente enigmático en todo el puto sentido del significado en sí mismo.
En fin, si eso fue todo, ver a aquellos extraños acabó con los conflictos que tenían aquellos. Un nuevo objetivo en común les unió. La esmeralda era suya, según ellos. Los agentes del destino temían, la vida seguía sin ayudarles. Y es que así es la vida, como si a alguno de nosotros nos hubiese ayudado. La vida es así, se ha hecho tan vieja que solo haya consuelo en bromas así, pesadas. Cuando todos se unieron para atacar a las figuras, esquivaron. Realmente lo esquivaban todo, eran ágiles. Aunque había una que denotaba quizás algo más de rápidez o quizás solo era torpeza del otro, no sabremos hoy. Aunque si sabemos que son ágiles y ahora también sabemos que carecen de compañerismo, apenas pudo, la primera y ágil figura se colocó sobre la gema y ambos desaparecieron, o esa era la idea. Se había ido la ágil, uno se había quedado a total merced de los erizos, el zorro y la gata. Peliblanco le atrapó con sus poderes, los demás habían dejado sus conflictos para enfrentar el hecho de que frente a ellos tenían un libro que tendría dentro tantas preguntas, pero quizás no todas las respuestas. La gema estaba perdida por el momento, primer bocado, pero ahora el erizo se mantenía en el presente y su objetivo fue cumplido rápidamente, tenía al desafortunado encapuchado agarrado de manos. Este miraba a los lados, cuidaba de que esa capucha se mantuviese en su lugar y no se viese su rostro, parecía bastante nervioso. Fue ahí cuando Tails descubrió aquel rostro con tan solo quitar una capucha, era tan solo un gato. Facilmente, un habitante corriente de su época, solo que vestido cual jodido cliché de parca. Aquel peculiar personaje parecía asustado, como si fuese a morir a causa de que no estuviese encapuchado, quizás se preocupaba por mí debido a que tendré que pensar en un nuevo seudónimo para este personaje, porque su nombre no será oído hoy. ¿Por qué? Quizás en busca de una mayor intriga o quizás porque lo mejor es eso, dejarlo para otro momento. ¿Quién sabe?
Solo sabemos que allí mismo tenemos un inicio a tramas un poco más rebuscadas, una historia en la cual veremos en muchas ocasiones actos heroicos, pero muchas acciones que luchen por un objetivo contrario, ¿uno malo? No sabremos hoy. Vida, destino, caos; confuso, ¿no? Si que lo es y faltan aún más. Quizás no sea el mejor final de un capítulo y es que en sí lo es y a la vez no. Apenas empezamos con lo que espera ser una larga historia llena de travesias, principalmente protagonizadas por aquella gata morada y su fiel amigo. Por supuesto, habrá enfoques en otros, todo según convenga al narrador. Por ahora, tenemos las puertas abiertas frente a nosotros y no solo aquí, en la historia también. Tienen la llave de muchas puertas justo frente a ellos, pueden adentrarse allí o no, todo va según decida un ligero hilo. Interesante, ¿no? Si, a mí también me mata la curiosidad de saber qué habrá detras de esa puerta.
Al día siguiente, luego de un hogareño desayuno, les pedí que nos llevasen de nuevo a aquella isla. Pareció como si viesen venir aquello, no me sorpendí tanto, lo había dicho ayer. Fue cuestión de otro maldito viaje en aquel avión hasta llegar a esta hermosa isla. Aquel echidna me esperaba, no se le había olvidado mi advertencia y respté eso, no tomarme a la ligera. Porque de ser necesario, le pediría a Silver contener a todos con tal de poder destruir esta gema. Y es que así son las cosas, su mundo no está preparado para tener este poder y quizás nunca lo esté, la avaricia es infinita, pero el deber de protegernos de esta lo es por igual.
Knuckles: ¿Se podría saber siquiera qué tanto ves? -Preguntó de golpe el echidna mientras la gata toqueteaba la gema.- ¿O al menos por qué?
Blaze: Cosas científicas, estudios, medidas, capacidades, límites. -Le dedicó una mirada de arriba a abajo para luego agregar con ironía- No entenderías.
Aquello enojó ligeramente al echidna, pero el aquel héroe de azul, Sonic, creo, le detuvó. Por suerte propia, solo erámos él, aquel zorro, el echidna, Silver y yo. Dos contra tres, pero aún así, podríamos. Por más héroe que éste fuese, no iba a detenerme nadie. Hoy acababamos con todo esta catástrofe, hoy moriría aquella vida llena de desgracias que vivió Silver. No más fuego, no más muertes, no más.
Le hice una leve seña a Silver y éste con la presión y los nervios por el cuello, inmovilizó a los posibles enemigos. Ellos miraban atónitos a Silver no eran capaces de entender qué ocurría. Silver se disculpó y es que ninguno de los dos tenía intenciones de hacerles daño. Queremos todo lo contrario, su prosperidad. Eso es todo. Para ello, su puerta les debe ser arrebatada. Luego de colocar ambas manos sobre la gema, intenté absorber todo el poder que pudiese de esta Master Esmerald, pero materialmente, era demasiado para una sola existencia. Por lo cual, intenté después sacar mis Sol Esmeralds y es que si sabía medir cuánto poder recibiría cada una, podría mejorar la situación de mi reino, de quienes quiero y su mundo. Sería ideal. Y es lamentable decir que este héroe se oponía. Mientras yo por mi lado pasaba la energía de una gema a otra, de manera ordenada y equilibrada, Silver por un extremo distinto estaba forzándose a sí mismo. Ese erizo azul no era ninguna criatura que tomar a la ligera, su velocidad era un problema para Silver. Intentaba huir y sino fuese por el esfuerzo que hacía mi querido y preciado amigo, lo hubiese logrado. Intenté apresurarme, acabar con esto, de una vez por todas. Solo deseaba cerrarles las puertas al conocimiento interdimensional, no debían conocer sobre mi mundo, el de los humanos ni el poder de las líneas temporales. No iba a permitir que tal poder cayese en manos equivocadas si esto me era permitido. Y aún sino fuese el caso, trataría de evitar esto con todas mis fuerzas y es que lo que le ocurrió a Silver y a su mundo no le debe ocurrir a nadie. Un mundo no post-apocalíptico, un mundo en medio de una catástofre que jamás acabará, de la cual jamás se podrán recuperar. Es así, es mi deber, debo hacerlo. Aún si debo asesinar a las fuerzas que alimenta esta gema, debo hacerlo. Me repetí aquello tantas veces que el tiempo se pasaba lento a mi alrededor. Pero antes de poder salir de aquel absorto estado, me di cuenta de que Sonic había huído. Silver no podía hacer mucho, estaba ocupado con la resistencia del otro individuo, el echidna. Me tocaba dividir mi mente en dos prioridades. Cumple tu deber y cuida a quienes amas. Eso es todo, por un lado asegurándome de dividir la energía de manera equitativa para poder luchar contra el erizo y a su vez, manejar la energía que era absorbida. Era tanta...Era obvio que, a diferencia de mi mundo, aquí esta es gema no tenía la utilidad de mantener la vida. Mis Sol Esmeralds son débiles en comparación porque mi mundo no es realmente habitable, pero es otro asunto. Uno que si esta contienda sale en mi beneficio, quizás pueda finalmente acabar. Quizás, solo quizás, hoy era el día. Si, lo era. Hoy finalmente acabaría con tanto problema. Recibí un golpe que me apartó de las gemas, Sonic.
Sonic: ¿Sabes de casualidad que tocar lo ajeno sin permiso es mala educación? -Dijo con tono engreído el erizo hacia la gata que comenzaba a calentar, literalmente, sus puños.
Blaze: Solo hago lo que sea necesario. -Miró con enojo al héroe. Era obvio, le quería devolver el golpe, pero era una aristócrata, sabía mantener su postura.- ¿Ves esa gran gema? -Señaló la última mencionada.- No les pertenece, es del universo y él ha dicho que no la merecen.
En aquel momento, la gata no sabía de que hablaba y al mundo esto le hacía gracia. Bajo negras capuchas, con unas petulantes y maléficas sonrisas. Quizás no eran en si el universo o el destino, pero su guía superaba a ambos en comunión. El caos reía a bajos volúmenes, haría falta un poco más de atención por parte de la gata, no notaba que ella era manejada por los hilos del destino. Bueno, todos lo somos. Una vez creado, es omnipotente, omniconsiente. Una vez separado, bueno, es el destino. Quizás este concepto suene muy rebuscado y es que lo es, si. Soy una narradora que gusta de divagar en temas y detalles varios, como los nervios que tenía Silver o lo agotada que estaba Blaze, podría desmayarse de tanta engería gastada. ¿Lo ven? Sus planes de robar la energía que por privilegio le pertenecía al destino era solo una pantalla, un teatro, un aperitivo. La comida principal está servida, la cena lista en bandeja de plata. Y este festín era propiedad del destino, nadie más, nadie menos. Todos bailan al ritmo de aquellos hilos que tiran aquella figura que guía a los extraños que traían alguna especie de bata de la parca. Ambos personajes piensan que es algo muy sobreexplotado, pero ordenes del destino son ordenes del destino. No se le debe discutir. Cuando aquel felino y el erizo peleaban, concentrados en demostrar la velocidad uno al otro, pero la gata peleaba en unión a sus llamas, se extendían por la isla. Sigamos con los hilos, la ira de la felina también era parte del plan. Si, todo iba de acuerdo a lo planificado, todo seguía los hilos. Con tanto hilo se podría hacer un par de sueteres bien cuties, pero eso es ya exagerar con mi divagación. Pero algo no les fue notíficado y es que todos, desde el echidna a la gata, vieron como los encapuchados salían de aquel escondite para intentar llevarse consigo la pesada gema, no era algo que iban a lograr rápido. Ya saben bromas de la vida, que no, no es la misma persona que el destino. Si, agobía tanto apodo absurdo, pero es intriga, igual que las capuchas. Es absolutamente enigmático en todo el puto sentido del significado en sí mismo.
En fin, si eso fue todo, ver a aquellos extraños acabó con los conflictos que tenían aquellos. Un nuevo objetivo en común les unió. La esmeralda era suya, según ellos. Los agentes del destino temían, la vida seguía sin ayudarles. Y es que así es la vida, como si a alguno de nosotros nos hubiese ayudado. La vida es así, se ha hecho tan vieja que solo haya consuelo en bromas así, pesadas. Cuando todos se unieron para atacar a las figuras, esquivaron. Realmente lo esquivaban todo, eran ágiles. Aunque había una que denotaba quizás algo más de rápidez o quizás solo era torpeza del otro, no sabremos hoy. Aunque si sabemos que son ágiles y ahora también sabemos que carecen de compañerismo, apenas pudo, la primera y ágil figura se colocó sobre la gema y ambos desaparecieron, o esa era la idea. Se había ido la ágil, uno se había quedado a total merced de los erizos, el zorro y la gata. Peliblanco le atrapó con sus poderes, los demás habían dejado sus conflictos para enfrentar el hecho de que frente a ellos tenían un libro que tendría dentro tantas preguntas, pero quizás no todas las respuestas. La gema estaba perdida por el momento, primer bocado, pero ahora el erizo se mantenía en el presente y su objetivo fue cumplido rápidamente, tenía al desafortunado encapuchado agarrado de manos. Este miraba a los lados, cuidaba de que esa capucha se mantuviese en su lugar y no se viese su rostro, parecía bastante nervioso. Fue ahí cuando Tails descubrió aquel rostro con tan solo quitar una capucha, era tan solo un gato. Facilmente, un habitante corriente de su época, solo que vestido cual jodido cliché de parca. Aquel peculiar personaje parecía asustado, como si fuese a morir a causa de que no estuviese encapuchado, quizás se preocupaba por mí debido a que tendré que pensar en un nuevo seudónimo para este personaje, porque su nombre no será oído hoy. ¿Por qué? Quizás en busca de una mayor intriga o quizás porque lo mejor es eso, dejarlo para otro momento. ¿Quién sabe?
Solo sabemos que allí mismo tenemos un inicio a tramas un poco más rebuscadas, una historia en la cual veremos en muchas ocasiones actos heroicos, pero muchas acciones que luchen por un objetivo contrario, ¿uno malo? No sabremos hoy. Vida, destino, caos; confuso, ¿no? Si que lo es y faltan aún más. Quizás no sea el mejor final de un capítulo y es que en sí lo es y a la vez no. Apenas empezamos con lo que espera ser una larga historia llena de travesias, principalmente protagonizadas por aquella gata morada y su fiel amigo. Por supuesto, habrá enfoques en otros, todo según convenga al narrador. Por ahora, tenemos las puertas abiertas frente a nosotros y no solo aquí, en la historia también. Tienen la llave de muchas puertas justo frente a ellos, pueden adentrarse allí o no, todo va según decida un ligero hilo. Interesante, ¿no? Si, a mí también me mata la curiosidad de saber qué habrá detras de esa puerta.
Continuará.